LA DIOSA ODIOSA DEL AMOR
Sin pensar, sin imaginar, casi sin darme cuenta un turbulento y violento río de oxitocinas recorría mi espectro. No es que fuera agradable mirar cómo me comían mis remordimientos, no es que fuera plácido soportar la llegada del sabio cosmos, tampoco es que fuera la fiera de feria menos vaporosa u odiosa, ni el animal proscrito menos bendito, pero tampoco estaba tan dócil...