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DEMOGRACIA, EL ESTADO DESGRACIADO DEL BIENESTAR

En tiempos felices se conocen y reconocen los sistemas de gobierno más fuertes y perfectos; en tiempos de crisis los más débiles, endebles y complejos y el rebelde se pregunta: ¿vivir o sobrevivir? ¿Luchar o caer abatido? ¿Pensar o simplemente dejarse arrastrar? ¿Pagar por respirar o asfixiarse en la vorágine de las deudas?

Nos es grato pensar que estamos en estado de bienestar, donde al menos estamos vivos, donde al menos nuestros huesos están justo en su sitio.

Estamos en estado Gracia gracias al dios de la democracia: estado de bienestar divino que nos induce a pensar que somos afortunados y que sobrevivimos por su infinita misericordia y por su infinita benevolencia. Caminamos religados a sus preceptos y decretos más sagrados y veneramos todas sus santas bendiciones. Identificamos al monstruo, rey de los avernos, en todas sus presentaciones:

Los comunes demonios de capa roja, hoz y martillo que crean guerras para conseguir la paz y para construir una sociedad común, donde el progreso se deba a la "aportación" de cada ser humano aunque ello lleve a la anulación de su identidad, intimidad y su carácter de singularidad.

Los caballeros de la luz sentados a la derecha de Nuestro Señor dinero cuya orden magistral es poder llevar a la gloria al más puro gen, plisándolo y replicándolo por toda la faz de la tierra, eliminando cualquier desperfecto producto de la mutación que causa detrimento y optando por la higiene racial para controlar el ganado que pierde el reino de los reinos. Los reptilianos, extraterrestres o quizá los habitantes más antiguos de este mundo, son las verdaderas manos que mueven los hilos de poderosas marionetas, las verdaderas agujas que producen la telaraña que entreteje al mundo. Camuflados con formas humanas para pasar desapercibidos, caminando entre ratones.

Nos santiguamos y evitamos caer en tentaciones, así nuestro bienestar no se flaquea, nuestro espíritu no se corrompe ni se corroe de tan injuriosas penas.

Continuamos en nuestra selva de concreto, en nuestra jungla de cemento en nuestra cúpula de jabón donde los demonios se infiltran, causando células cancerígenas y nosotros sin saber que estamos enfermos...


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