EN BUSCA DEL ALMA PERDIDA
Era de noche y estaba lloviendo.
Me desperté y en medio de la tormenta
sentí que algo me faltaba.
Toqué la almohada
y con un dolor tremendo
me acordé de que no estabas
y tampoco estaba mi alma.
Se había ido contigo
en las rugientes turbinas de tu auto,
en tus esponjosos y dulces labios,
en tus cabellos ensortijados de niño mimado
y en ese natural perfume que se te escapaba
cuando solías guardarme en tu regazo.